Tratamiento de la artrosis

La artrosis es una enfermedad no muy sencilla de diagnosticar ya que en los primeros estadios la persona no le brinda mucha importancia a sus síntomas y los achaca a la edad. Por ello, entre la aparición de los primeros síntomas y el diagnóstico seguido de un tratamiento pueden pasar varios años.

Debe puntualizarse que una vez que la artrosis se ha instaurado en el cuerpo ya este mecanismo no tiene marcha atrás por lo que el tratamiento se basa en frenar el desgaste o paliar el dolor. Además, en el tratamiento de la artrosis es fundamental la colaboración del paciente.

El dolor se trata con analgésicos de distintos tipos en dependencia de la severidad del mismo y de las peculiaridades de cada paciente. Así, se usa desde el paracetamol hasta los analgésicos más fuertes. El problema es que estos fármacos usualmente tienen un efecto muy agresivo sobre el aparato gástrico y en muchas ocasiones provocan un aumento de la presión arterial.

El desgaste del cartílago se trata con fármacos como el ácido hialurónico, que poseen sustancias propias del mismo cartílago. En este caso se inyecta por vía intraarticular. Otros medicamentos son el condroitín sulfato, el sulfato de glucosamina y la  diacereína, el más reciente de todos. Este tratamiento se debe seguir durante seis meses pero el principal problema estriba en que los pacientes suelen abandonar la terapia pues los resultados se aprecian a largo plazo y no son todo lo alentadores que esperaban.

No obstante, debe puntualizarse que hasta el momento es la única forma que se conoce para tratar la artrosis y sus pocos efectos adversos convierten a estos fármacos en una opción a no desdeñar.

Un estudio publicado recientemente en la Internacional Journal of Medical Sciences ha dado a conocer un nuevo tratamiento biológico para la artrosis según el cual la persona deja de sentir dolor porque se bloquea la llegada del estímulo doloroso al cerebro. Vale aclarar que esta idea aún está en fase de prueba.

Más allá de los fármacos, los tratamientos de la artrosis también comprenden la fisioterapia, sobre todo aplicando calor local o tomando baños tibios. Por último, la cirugía siempre puede intervenir en aquellos casos en que la artrosis esté muy avanzada y los huesos estén seriamente dañados. Como usualmente se colocan prótesis, este procedimiento no está exento de riesgos como las infecciones o el propio desprendimiento de la prótesis.

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