¿Sabías que consumir una sola dosis de grasa saturada puede afectar el metabolismo?
Para nadie es un secreto que el consumo de grasas, sobre todo de grasas saturadas, es perjudicial para nuestra salud. Se ha demostrado que las grasas saturadas aumentan el riesgo de obesidad, así como de padecer hipercolesterolemia y alteraciones del corazón. De hecho, diversos estudios han encontrado una relación directa entre el consumo de grasas saturadas y el riesgo de padecer un infarto cardiaco. Sin embargo, lo que no se conocía hasta ahora es que consumir una sola dosis de grasa puede ser perjudicial para la salud.
¿Qué puede hacer una dosis de grasa saturada en nuestro organismo?
Científicos del Deutsche Diabetes-Zentrum y del Centro Helmholtz de Munich, en Alemania, han encontrado que consumir una sola dosis de aceite de palma puede provocar efectos negativos en nuestro organismo. Básicamente, una dosis de este tipo de grasas saturadas puede reducir la sensibilidad del cuerpo a la insulina, incrementar los depósitos hepáticos de grasa y provocar cambios metabólicos en el hígado.
La investigación, publicada en el Journal of Clinical Investigation, analizó a un grupo de hombres sanos y en forma a los que se les dio a beber indistintamente una bebida con sabor a aceite de palma o un vaso de agua. La bebida con sabor a aceite contenía una cantidad de grasa saturada equivalente a la de dos hamburguesas y una gran porción de patatas fritas o dos pizzas de salami. Luego se sometió a los participantes a una serie de exámenes médicos para rastrear el almacenamiento de azúcar y grasa en el hígado, y el metabolismo energético de las mitocondrias en este órgano.
Los resultados mostraron que los participantes que consumieron grasa saturada tenían una mayor resistencia a la insulina en el organismo, así como un mayor contenido de grasa en el hígado. Asimismo, presentaron cambios en el balance energético hepático, similares a los que desarrollan las personas con diabetes tipo 2 o con síndrome metabólico.
Al respecto, se ha comprobado que la resistencia a la insulina además de conducir a la diabetes, puede aumentar la formación de azúcar en el hígado, con la consecuente reducción del azúcar en los músculos esqueléticos que, a su vez, provoca un aumento del nivel de glucosa en sangre.
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