3 curiosidades sobre las comidas picantes
Muchas personas adoran las comidas picantes, un gusto que se extiende más allá de países como México o Tailandia, cuya cocina históricamente ha sido abanderada a nivel internacional en el uso del picante. De hecho, según datos de la Encyclopedia of Food Sciences and Nutrition la pimienta negra y la pimienta blanca, dos de las variedades más populares, ocupan alrededor del 30% del mercado mundial de las especias, unas cifras que corroboran el aumento del consumo del picante en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de que el consumo de comidas picantes se ha extendido notablemente, aún no se conocen todos sus efectos sobre nuestro organismo.
1. El picante es percibido por nuestro cuerpo como una sensación de dolor
La mayoría de las personas suelen relacionar el picante como un sabor pero los expertos afirman que solo existen 5 sabores (amargo, dulce, salado, agrio y umami) y que el picante no es uno de ellos. En realidad, los sabores aparecen porque los receptores de las papilas gustativas que se encuentran en la lengua captan las diferentes sensaciones que permiten distinguir entre un sabor y otro. Sin embargo, cuando comemos un alimento picante el mecanismo que se activa es totalmente diferente.
De hecho, cuando se trata de picante, la sensación que llega al cerebro no comienza en las papilas gustativas sino que está relacionada directamente con la activación de algunos nervios como el trigémino, como resultado del dolor que los compuestos del picante provocan en la lengua. De esta manera, las comidas picantes suelen inducir una sensación similar a la que puede generar una bebida muy caliente que activa los receptores del dolor, una de las razones por la cual muchas personas rechazan el picante.
2. El gusto por las comidas picantes tiene un componente genético y cultural
“Para gustos se han hecho los colores”, reza un refrán popular, una frase que se puede aplicar a todas las esferas de la vida, incluyendo las preferencias alimenticias. De hecho, todo parece indicar que el gusto por el picante tiene un fuerte componente genético y cultural.
Investigadores del Departamento de Alimentos y Ciencias del Medio Ambiente de la Universidad de Helsinki, en Finlandia, encontraron que en lo que respecta a las preferencias por el picante, entre un 18 y un 58% de los casos se pueden explicar por una determinación genética. El resto de los casos está determinado por patrones culturales; es decir, por el ambiente en el cual ha crecido la persona.
3. La comida picante puede engordar
Hay quienes piensan que el picante ayuda a adelgazar debido a que su consumo aumenta la temperatura corporal, acelera el metabolismo y reduce el apetito. De hecho, es cierto que el picante interviene en el metabolismo y puede ayudarnos a quemar grasa con mayor rapidez.
Sin embargo, un estudio publicado en NHS Choices, el mayor portal de salud del Reino Unido, sugiere que el consumo de comida picante reduce el apetito porque normalmente se utiliza junto a alimentos que son ricos en azúcares, grasas y sales, no porque el picante sea un supresor natural. Además, alertan del hecho de que el consumo de picante junto a platos precocinados puede propiciar la obesidad en vez de ayudarnos a perder peso.
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