Los efectos del alcohol en el cerebro

Los efectos del exceso de alcohol para el organismo humano se conocen claramente, sobre todo su acción sobre el hígado y la función circulatoria. Sin embargo, un estudio recientemente desarrollado en la Universidad de Cincinnati ha demostrado que los efectos del alcohol en el cerebro pudieran ir más allá de la simple pérdida de memoria.

Los investigadores emplearon escáneres de alta resolución para evaluar los cerebros de 29 personas que bebían en exceso durante el fin se semana. Como resultado encontraron cambios en la corteza pre-frontal, relacionándose estos con afectaciones de la atención, la toma de decisiones, la planificación, el procesamiento de las emociones y el control de los impulsos (que conducen a un comportamiento irracional).

Los investigadores hallaron además una reducción en la integridad de la materia blanca y ciertas modificaciones en la materia gris relacionada con el pensamiento y la transmisión de mensajes a nivel cerebral. Por ende, los especialistas postulan que mientras más intenso es el consumo de alcohol, más severo es el daño cerebral, provocando incluso dificultades en el desarrollo normal.

En este sentido, también se conoce que las personas que sufren de alcoholismo padecen de una severa deficiencia de tiamina como consecuencia de una nutrición deficiente. Así, son más propensos a desarrollar desórdenes cerebrales severos como el síndrome de Wernicke-Korsakoff, una díada peligrosa donde se une la encefalopatía de Wernicke y la psicosis de Korsakoff.

Este padecimiento puede provocar confusión mental, dificultades en la coordinación o parálisis de los músculos y nervios y en la mayoría de los casos no se detecta la enfermedad hasta que el paciente fallece pues los síntomas en su generalidad no llegan a desarrollarse completamente.

Los especialistas recalcan que, de la misma forma en que los daños cerebrales se agudizan con el aumento excesivo del consumo de alcohol, cuando se produce un estado de abstinencia se muestran signos cerebrales de recuperación. De esta manera, si tan solo se optase a tiempo por la abstinencia, se podrían normalizar las funciones cerebrales.

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