Frío y salud: ¿Enemigos?
Frío y salud no siempre son un binomio perfectamente conjugable, especialmente cuando las temperaturas son muy bajas. Y es que cuando el termómetro desciende por debajo de cero nuestras defensas disminuyen y somos más proclives a enfermedades como la gripe, la bronquitis o la neumonía. Por si fuera poco, los virus de la gripe resisten mucho más en un ambiente seco y frío por lo que los síntomas pueden extenderse en el tiempo atacando a un mayor número de personas.
Durante la temporada invernal, las personas que ya sufren alguna enfermedad, sobre todo de tipo respiratorio, deben cuidarse con especial atención pues suelen aumentar los ataques de tos, la sensación de ahogo y las crisis de asma.
Más allá de las complicaciones respiratorias, el frío también agrava otras enfermedades crónicas como las reumáticas. De hecho, las personas que padecen de problemas óseos suelen quejarse mucho más durante el invierno. ¿Por qué? Algunos especialistas afirman que al actuar el frío como un estímulo, nuestro cuerpo responde contrayendo los músculos y esto provoca el dolor en aquellas personas que padecen enfermedades reumáticas.
De la misma manera, quienes sufren un problema de origen cardiaco, durante el frío padecen de agotamiento ante los más mínimos esfuerzos y tienen un mayor riesgo de que se desencadene un ataque cardiovascular. Pero… ¿por qué las bajas temperaturas inciden en la salud cardiovascular?
El frío actúa sobre el organismo humano variando el tono simpático, la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la viscosidad de la sangre. Y todo esto hace que se incremente la demanda de oxígeno. Además, el frío provoca que las arterias se estrechen por lo que disminuye la perfusión de sangre al corazón y, consecuentemente, puede desencadenarse una falla a nivel coronario.
Así, lo más aconsejable para que frío y salud no se conviertan en enemigos irreconciliables es utilizar prendas que nos protejan y limitar las actividades exteriores, particularmente si se pertenece a algún grupo de riesgo.