El fósforo en la dieta cotidiana
El fósforo es un oligoelemento esencial para nuestra salud y desarrollo, tanto es así que es considerado como un macromineral; es decir, un compuesto que se encuentra en la mayoría de los tejidos del organismo. Esto indica que necesitamos una mayor cantidad de fósforo en comparación con otros oligoelementos que empleamos mucho menos en la realización de nuestras funciones vitales. En una persona adulta (de aproximadamente 70 kilos de peso), la necesidad de fósforo ronda los 670 miligramos diarios.
El fósforo interviene en el crecimiento de los huesos pero también es esencial para establecer las conexiones entre los nervios y para la formación del ADN.
Generalmente asumir el fósforo en la dieta cotidiana no es una cuestión muy complicada ya que el mismo se encuentra en una gran cantidad de alimentos. Precisamente por ello, la deficiencia de fósforo es una problemática muy extraña. Aún así, los síntomas más comunes de la deficiencia de fósforo son: debilidad, falta de apetito, respiración irregular y problemas musculares o nerviosos.
Dentro de los alimentos ricos en fósforo pueden mencionarse todos aquellos de origen animal como las carnes, el pescado, los productos lácteos y los huevos. Por otra parte, también puede adquirirse el fósforo a partir de los frutos secos, las legumbres y los cereales integrales.
Específicamente, dentro de los cereales ricos en fósforo se encuentran: la avena, la harina de trigo, el pan integral, la pasta y el arroz blanco. Dentro de las verduras y hortalizas sobresalen: la alcachofa, los guisantes, el champiñón, la soja, la col y el perejil. Dentro de las legumbres se encuentran: las lentejas, las habas, los garbanzos y las judías. En relación con las frutas son particularmente ricas en fósforo: la uva pasa, la ciruela seca, el coco, los higos secos y los dátiles secos. En lo que respecta a los productos cárnicos destacan: el hígado, el pavo, el caballo, el pato, el buey y los sesos de ternera.
Precisamente, debido a que el fósforo es un oligoelemento muy habitual en muchos de los alimentos que ingerimos cotidianamente, lo más usual es sufrir de un exceso de fósforo, lo cual le impide a nuestro organismo que absorba el calcio y, por ende, nos exponemos al riesgo de la desmineralización ósea. Las personas sometidas a hemodiálisis deben prestar particular atención a sus niveles de fósforo ya que éste es un factor de riesgo para los problemas cardiovasculares.