Crisis epiléptica: Una mirada a las causas fisiológicas

La crisis epiléptica fue uno de los primeros trastornos médicos descritos en la historia de la humanidad pues desde hace más de 3.000 años en la Antigua Babilonia ya se mencionaban los síntomas clásicos de la misma (si bien se asociaban a poderes demoníacos). No fue hasta el año 400 a. C. que Hipócrates hipotetizó que la epilepsia era un trastorno cerebral que no tenía ninguna relación con la religión.

En la actualidad se conoce que la crisis epiléptica es una enfermedad cerebral en la cual determinados grupos de neuronas transmiten señales de manera anormal que generan impulsos electroquímicos sobre otras células, músculos, acciones y/o pensamientos. Así, se conoce que la epilepsia perturba el patrón normal de la actividad neuronal y ocasiona sensaciones y comportamientos extraños como los espasmos musculares y la pérdida de la conciencia.

La mayoría de las crisis epilépticas no poseen una causa bien determinada. Los especialistas señalan que las mismas pueden producirse esencialmente debido a una anormalidad en las conexiones cerebrales, a un desequilibrio en los neurotransmisores (las sustancias químicas que transmiten las señales nerviosas) o a la combinación de ambos elementos.

Así, tanto la disminución como el aumento del número de neurotransmisores pueden provocar una actividad neuronal exacerbada y podría causar las crisis epilépticas. Entre los neurotransmisores más estudiados vinculados a la aparición de la epilepsia se encuentra el GABA o ácido gammaaminobutírico. A partir de estos estudios se han desarrollado diversos medicamentos que alteran las cantidades presentes en el cerebro de este neurotransmisor y modifican la manera en que el cerebro responde a sus diferentes funciones.

No obstante, también existen crisis epilépticas cuyas causas han podido delimitarse con exactitud. Entre éstas se encuentra las que están provocadas por el intento del cerebro de auto-recuperarse. En estos casos se ha producido una lesión nerviosa de cualquier tipo que provoca un desarrollo anormal de las conexiones nerviosas y condiciona la aparición de las crisis epilépticas.

Actualmente las investigaciones han ampliado el espectro dentro del cual buscan los posibles desencadenantes de las crisis epilépticas. Así, se ha podido determinar el papel de la membrana celular que rodea a cada neurona (cuya función es transmitir los impulsos nerviosos de una célula a la otra) y los cambios en las glias (células no neuronales del cerebro encargadas de regular las concentraciones de sustancias químicas en el cerebro) que podrían alterar las funciones de señalización entre las neuronas y provocar las crisis epilépticas. Aún así, el camino de la investigación es largo antes de hallar una explicación totalmente pausible.

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