Los 3 peores consejos dietéticos de los últimos tiempos
En las últimas décadas se ha avanzado mucho en el ámbito de la nutrición y la dietética pero lo cierto es que muchas personas permanecen ajenas a estos descubrimientos y siguen los consejos de supuestos gurús que prometen pérdidas de peso milagrosas. Esto hace que la historia de la nutrición esté plagada de consejos que desafían el sentido común y que a menudo son potencialmente dañinos para nuestra salud.
1. Tirar la yema de huevo
Los huevos son uno de los alimentos más nutritivos del planeta pero durante algunos años prácticamente estuvieron vetados porque la yema es rica en colesterol, razón por la cual las personas creían que podía aumentar sus niveles de colesterol en sangre y, por consiguiente, evitaban su consumo. De hecho, incluso hubo dietistas que aconsejaban tirar la yema del huevo que, en realidad, es la parte más nutritiva de este alimento. El huevo contiene colina, un nutriente esencial para el cerebro cuyos niveles son deficientes en el 90% de las personas. También contienen luteína, un antioxidante que tiene un efecto protector para los ojos.
Estudios recientes han analizado la relación entre el consumo del huevo entero y los niveles de colesterol en sangre y han hallado que en el 70% de las personas no existe ningún vínculo. El otro 30% está conformado por personas que se califican como “híper respondedores” pero incluso en esos casos, el colesterol del huevo no resulta dañino y no guarda ningún vínculo con las enfermedades vasculares.
2. Usar aceites vegetales poliinsaturados para cocinar
En los últimos años se nos ha aconsejado consumir aceites de semillas, como el de soja y maíz, porque estos son ricos en grasas poliinsaturadas y son beneficiosos para mantener bajo control el nivel de colesterol en sangre ya que promueven lo que se considera como “colesterol bueno”.
Es cierto que estos aceites pueden reducir el nivel de colesterol global pero esto no indica necesariamente que estemos a salvo de las enfermedades cardiovasculares. De hecho, este tipo de aceites pueden incrementar el riesgo de sufrir enfermedades del corazón.
Además, estos aceites son perjudiciales por otras razones: están cargados de grasas poliinsaturadas pero la mayoría son ácidos grasos omega-6, que deben encontrar un equilibrio con el omega-3, un balance que la mayoría de las personas no logramos en nuestra dieta. Los niveles elevados de omega-6 pueden contribuir a la inflamación, un mecanismo que impulsa casi todas las enfermedades crónicas.
3. Reemplazar la mantequilla natural con productos procesados como la margarina
Hace poco se ha comenzado a poner en tela de juicio este consejo dietético, sobre todo al analizar con mayor profundidad los componentes de la margarina. Es cierto que la mantequilla contiene grasa de origen animal pero también posee vitaminas liposolubles como la A y la D. No obstante, la margarina contiene grasas hidrogenadas, que son las encargadas de darle esa consistencia característica y que son muy dañinas para nuestra salud.
¿Cuál es la mejor opción? Apostar por una mantequilla baja en grasas.
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