Sensibilidad alimentaria: ¿Cómo diagnosticarla?
Muchas personas padecen lo que se conoce como trastorno de sensibilidad alimentaria, un problema que se relaciona con la capacidad del organismo para asimilar algunos alimentos y que puede provocar reacciones alérgicas muy fuertes. Por lo general, el trastorno comienza a manifestarse desde la infancia, aunque en algunas ocasiones suele empezar un poco más tarde, durante la juventud o la adultez.
La principal señal de la sensibilidad alimentaria es la aparición de síntomas alérgicos después de haber ingerido el alimento en cuestión. Surgen manifestaciones cutáneas como el enrojecimiento, picor o pequeñas ampollas por todo el cuerpo. También suelen aparecer problemas respiratorios como disnea y en casos más severos asfixia. Los trastornos gastrointestinales como los vómitos, la diarrea y la inapetencia también son frecuentes.
No obstante, como en muchos casos los síntomas tardan en aparecer, para muchas personas es difícil determinar con exactitud si realmente padecen una sensibilidad alimentaria y cuál o cuáles son los alimentos que provocan la reacción alérgica. De hecho, la mayoría de las personas descubren que tienen este trastorno cuando se someten a un test de sensibilidad alimentaria.
Este test es una prueba de laboratorio muy sencilla que evalúa la respuesta no alérgica del sistema inmune ante determinados alimentos. De esta manera, una vez que están disponibles los resultados, se puede conocer con exactitud cuáles son los alimentos que sensibilizan al sistema.
¿Cuándo aplicar el test de sensibilidad alimentaria?
El test de sensibilidad alimentaria se utiliza generalmente en las personas que han tenido una reacción alérgica en reiteradas ocasiones sin una causa determinada. Sin embargo, también se aplica en las personas con:
– Trastornos gastrointestinales como estreñimiento, náuseas, vómitos y diarreas frecuentes.
– Problemas respiratorios mantenidos de tos, bronquitis, rinitis crónica y asma.
– Trastornos dermatológicos como la urticaria, el acné, la psoriasis y el eczema.
– Enfermedades endocrinas como la ascitis y el sobrepeso u obesidad aunque se siga una dieta baja en calorías.
– Trastornos psicológicos o neurológicos como la ansiedad, la depresión, la migraña o los mareos constantes.
– Problemas musculares como fibromialgia, rigidez y artritis.
De esta manera se puede determinar si la sensibilidad alimentaria es un trastorno primario o subyace a otras enfermedades.
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