Los efectos del ruido sobre la salud
Nos solemos preocupar mucho por nuestra alimentación y por los gases tóxicos que se emiten a la atmósfera y nos olvidamos de un enemigo oculto que también puede dañar nuestra salud: el ruido. De hecho, estudios recientes han demostrado que el ruido no solo puede provocar sordera, como suponíamos, sino también el corazón, el sistema inmunológico e incluso el cerebro.
¿Sabías que si te expones continuamente a sonidos que superen los 65 decibeles, podrías afectar tu corazón? Básicamente, estar expuestos continuamente al ruido desencadena una reacción a nivel nervioso y hormonal que provoca un incremento de la presión y la frecuencia cardiaca. Además, también cambia la viscosidad de la sangre, se produce una vasoconstricción y aumentan los electrolitos. Todos estos cambios son factores que predicen la posibilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular.
Para que se tenga una idea de qué son 65 decibeles, baste decir que es el ruido que suele escucharse en una tienda u oficina repleta de personas. La buena noticia es que el ruido en la noche es más peligroso que durante el día ya que además de los cambios anteriormente mencionados, este provoca dificultades en el sueño, lo cual incrementa aún más el riesgo de sufrir una angina de pecho o un infarto de miocardio.
Sin embargo, las consecuencias del ruido no se limitan a nuestro sistema cardiovascular sino que van mucho más allá. Un estudio realizado por científicos daneses ha determinado que por cada 10 decibelios, aumenta en un 14% el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, sobre todo si las personas tienen más de 65 años.
Obviamente, no podemos olvidar que el ruido también afecta nuestro equilibrio psicológico ya que es un factor altamente estresante. Nuestro organismo reacciona al ruido produciendo más cortisol y adrenalina, hormonas que no solo contribuyen a aumentar los niveles de estrés sino que también afectan el funcionamiento del sistema inmunológico haciéndonos más susceptibles ante los ataques de virus y bacterias. Además, el ruido no solo nos convierte en personas inestables desde el punto de vista emocional sino que aumenta la irritabilidad y la agresividad.
En este punto la conclusión es lógica: intenta moverte por ambientes donde los decibeles se mantengan bajo control.
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