La obesidad daña el sentido del gusto

ObesidadHace décadas se pensaba que para combatir la obesidad era suficiente con que la persona tuviese fuerza de voluntad y redujese la ingesta de alimentos ciñéndose a una dieta restrictiva. Sin embargo, con los nuevos avances en el campo de las Neurociencias, los médicos están cada vez más convencidos de que la obesidad es un problema multideterminado, donde inciden diferentes factores, desde el estilo de vida, hasta la genética. Ahora un nuevo descubrimiento dirige los reflectores hacia el cerebro.

Nuevo estudio, nuevas comprensiones

Según una investigación, cuyos resultados fueron publicados recientemente en la revista PLoS One, el cerebro de las personas obesas podría funcionar de manera diferente al de las personas delgadas. En práctica, tendría problemas para reconocer los sabores y disfrutar de ellos, lo cual impulsaría a las personas obesas a comer mucho más para lograr la misma satisfacción que podría alcanzar una persona delgada con menos alimentos.

Vale aclarar que estos resultados se sustentaron en un estudio realizado en ratones pero los investigadores piensan que las conclusiones podrían extrapolarse a los seres humanos. Básicamente, el experimento consistió en comparar los resultados de la señalización del calcio en las células gustativas (esta prueba consiste en detectar el aumento de los niveles de calcio en las células después de que ha tenido lugar la ingestión de comida) en un grupo de ratones obesos y otro grupo de ratones que tenían un peso normal. ¿Cuáles fueron los resultados?

Los investigadores hallaron que las células gustativas de los ratones obesos respondían más lentamente a los sabores dulces y amargos, a diferencia de las células gustativas de los ratones con un peso normal. En cambio, la respuesta de estas células ante el umami, un sabor asociado con las carnes y las comidas saladas, fue similar en ambos grupos de ratones. ¿Qué significa esto?

Se hipotetiza que este cambio se puede deber a que la ingesta continúa de alimentos cambia el sentido del gusto, provocando transformaciones a nivel cerebral. En práctica, las personas obesas no perciben los sabores con la misma intensidad con que lo hace una persona delgada, lo cual hace que experimente menos placer comiendo y que tenga que ingerir una mayor cantidad de alimentos para sentirse satisfecha.

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