La dieta mediterránea: Un hábito que todos deberíamos abrazar
Probablemente habrás escuchado hablar de la dieta mediterránea y de sus beneficios para la salud. Sin embargo, lo cierto es que muy pocas personas saben a ciencia cierta cuáles son los lineamientos de este tipo de alimentación y, por consiguiente, no pueden aplicarlo a su menú cotidiano.
Una mirada en el tiempo
Todo comenzó décadas atrás, cuando se descubrió que los griegos tenían una mayor esperanza de vida y que estaban menos afectados por enfermedades como la arteriosclerosis, las patologías cardiovasculares y los problemas degenerativos. Posteriormente, en los años ’50 y ’60 del siglo pasado, se realizó un estudio epidemiológico mucho más profundo que incluyó a países mediterráneos como Italia y Grecia, y otros países no mediterráneos, como Holanda, Estados Unidos y Japón. Así se pudieron constatar científicamente los beneficios de la dieta mediterránea.
¿Qué es la dieta mediterránea?
En primer lugar, debes saber que la dieta mediterránea debe su nombre a la manera de comer de las antiguas poblaciones que se asentaron en las orillas del Mediterráneo. Hace años, el trigo, el olivo y la vid eran los principales cultivos de estas tierras por lo que la dieta mediterránea incluía:
– El pan y la pasta como la fuente principal de carbohidratos.
– El aceite de oliva como la fuente esencial de grasa.
– Las frutas, las legumbres, las hortalizas y los frutos secos como fuente de fibra y antioxidantes.
– El pescado, los productos lácteos, los huevos y la carne blanca como principal fuente de proteínas.
El vino se bebe pero con moderación y las carnes rojas y la grasa de animales no suelen formar parte del menú cotidiano. Este tipo de dieta nos sugiere algunos lineamientos que los especialistas en nutrición consideran que son la base de una alimentación sana y equilibrada. De hecho, hoy sabemos que este tipo de dieta no solo protege el corazón y nuestras arterias sino que también ayuda a combatir el envejecimiento precoz de las células y la carcinogénesis.
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