Entrenamiento con pulsómetro
Cada vez existen más elementos con los cuales contamos para poder entrenarnos de manera más efectiva. Uno de ellos es el pulsómetro, el cual ha evolucionado notablemente en los últimos años, ya que ahora existen modelos para todos los niveles de deportistas.
Pero, ¿por qué es bueno tener un pulsómetro? En primer lugar porque el entrenamiento no es una actividad hecha al azar, sino que requiere una planificación y una ejecución que se adecue a la misma. Así como en el gimnasio medimos la intensidad con la que trabajamos de acuerdo al porcentaje del peso máximo que levantamos en cada ejercicio, en los ejercicios aeróbicos medimos la intensidad de acuerdo al porcentaje de la frecuencia cardíaca máxima teórica.
No basta simplemente con «salir a correr una hora». Esto se parece más a una forma de pasa tiempo que a una rutina. Lo correcto es especificar una intensidad que sea acorde al objetivo que perseguimos. Por ejemplo, si nuestro objetivo es quemar grasas, la consigna podría ser «correr una hora a ritmo suave, lo que equivale al 65% de la frecuencia máxima teórica».
De la misma forma, la intensidad será distinta en los distintos períodos de entrenamiento que nos encontremos, en el caso de prepararnos para una competencia o bajar una marca. A medida que nos acercamos a las competencias la intensidad tiende a subir. Pero no podemos evaluar la intensidad sin la frecuencia cardíaca.
Además, la frecuencia cardíaca es un muy buen indicador de nuestra evolución de nuestra capacidad aeróbica. Quizás hoy un trote de lo más suave equivale para ti a 150 latidos por minuto. Con un entrenamiento adecuado, con el tiempo deberás exigirte mucho más para llegar a ese ritmo.
Recuerda, todo entrenamiento debería ser correctamente planificado. Consulta con tu entrenador el plan. De seguro, un pulsómetro será una ayuda estupenda para ponerlo en práctica de manera eficiente.