El miedo al cáncer

A pesar de los avances científicos y tecnológicos orientados a prevenir, intervenir y tratar el cáncer, esta enfermedad continúa provocando múltiples muertes en todo el mundo y estas aumentan la percepción negativa sobre la enfermedad. De ahí que el miedo al cáncer se haya convertido en un problema generalizado que en muchas ocasiones inmoviliza a las personas ante su diagnóstico.

Si bien es cierto que el cáncer cambia las relaciones familiares, laborales y de pareja, así como las perspectivas de vida, también es cierto que una identificación temprana de la enfermedad y un tratamiento oportuno puede garantizar un largo período de vida. Sin embargo, muchas personas ven solo el aspecto más negativo de la enfermedad y sufren un intenso miedo que llega a ser paralizante.

Por lo general ante la sospecha o el diagnóstico de cáncer la persona con miedo a la enfermedad tiende a inmovilizarse, negando la situación, auto-culpabilizándose o iniciando un cuadro de depresión severa que no conduce a nada. Y si bien es cierto que estos comportamientos son etapas necesarias del período de aceptación de la enfermedad, ninguna de estas actitudes son saludables (ni desde el punto de vista físico ni psicológico). Además, debe tenerse en cuenta que las expectativas de vida aumentan en la misma medida en que el cáncer se trate a tiempo por lo que la parálisis y la negación solo sirven para empeorar la enfermedad.

Al respecto, investigadores de la Escuela Superior de Ciencias de la Salud y del Instituto Catalán d e Oncología realizaron un estudio en 212 mujeres con antecedentes de neoplasia de mama comprobando que tras el asesoramiento genético, el grado de preocupación y miedo sobre la enfermedad disminuía considerablemente. Y es que después de que las mujeres conocieran sus probabilidades de padecer cáncer (atendiendo a sus antecedentes familiares y predisponentes biológicos), el miedo de enfrentar la enfermedad disminuía en gran medida, permitiéndoles enfrentar el cáncer de una manera mucho más saludable y optimista.

En este sentido, los investigadores consideran que la clave en este asunto radica en la información que posea la persona al respecto, fundamentalmente sobre las probabilidades de desarrollar la enfermedad y la evolución de la misma en el caso que ya se haya diagnosticado.

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