Combatir el hígado graso cambiando el estilo de vida
La existencia del hígado graso no alcohólico se ha convertido en un problema clínico grave y cada vez más creciente que en la actualidad afecta entre el 20% y el 33% de los adultos. A pesar de que los especialistas proponen múltiples tratamientos para evitar las complicaciones del hígado graso, la necesidad de cambiar el estilo de vida es uno de los tratamientos más eficaces e imprescindibles.
En este sentido, un grupo de especialistas realizaron un análisis tomando en cuenta disímiles ensayos anteriores en los cuales se recogía el efecto de la modificación de la dieta y el ejercicio frecuente sobre el hígado graso no alcohólico.
El análisis incluyó diferentes estudios; de ellos en 11 se apostó por la modificación de la dieta, en 2 únicamente por el aumento de la actividad física y en 19 se combinó un cambio en la dieta y el ejercicio físico. Las intervenciones realizadas duraron entre uno y seis meses, orientándose una dieta sana y estricta y ejercicios aeróbicos de intensidad moderada.
De manera general, los estudios demostraron que varias modificaciones en el estilo de vida pueden reducir los altos niveles de hígado graso y prevenir la aparición de fibrosis hepática, cirrosis hepática y carcinoma hepatocelular.
Los participantes que adelgazaron entre un 4% y un 14% de su peso manifestaron reducciones estadísticamente significativas del hígado graso, siendo casi proporcionales a la pérdida. Por su parte, en los grupos en que se realizaron ejercicios físicos también se evidenció una disminución paulatina de las condiciones grasas del hígado no alcohólico.
En este sentido, los especialistas señalan que las pérdidas o subidas de peso bruscas se deben evitar a toda costa pues esto se convierte en un factor de riesgo que facilita la aparición de complicaciones hepáticas. Apuntan que lo ideal sería perder peso de manera gradual.
Los especialistas recomiendan además evitar los alimentos ricos en grasas animal, el alcohol y las cantidades excesivas de azúcar, mientras que debe mantenerse una dieta rica en antioxidantes como la vitamina A, C y E, con abundantes proteínas y fibra vegetal para evitar una degeneración celular.