¿Quieres reducir la inflamación? Apuesta por los antioxidantes

inflamacionSi hay un enemigo mortal y secreto, esa es la inflamación. El cáncer, la demencia, la obesidad y los infartos son problemas vinculados, de una manera u otra, a la inflamación crónica. Lo peor de todo es que en sus primeras fases no se aprecia el daño ni la pérdida de función, solo cuando la inflamación ha avanzado, comienzan a notarse sus secuelas. La buena noticia es que existe una manera muy económica, fácil y natural de prevenir e incluso detener el avance de la inflamación: los antioxidantes.

Numerosos estudios han confirmado que los alimentos ricos en antioxidantes no solo previenen la inflamación sino que también la reducen al estimular nuestro sistema inmunológico. ¿Cuáles son estos alimentos? Los aguacates, las zanahorias, las espinacas, los tomates, las uvas, los cítricos, las manzanas y, sobre todo, las guayabas, estas últimas son una de las frutas con mayor cantidad de antioxidantes. De hecho, se conoce que 100 gramos de guayaba contienen 500 miligramos de sustancias antioxidantes, una proporción que triplica la cantidad que existe en el resto de las frutas.

¿Qué son los antioxidantes? No son sino compuestos orgánicos que incluyen las vitaminas A, C, y E, los betacarotenos y el licopeno. Los antioxidantes combaten los radicales libres por lo que también luchan contra la inflamación que estos provocan.

También sería conveniente que incluyeses los probióticos así como alimentos ricos en omega 3 y 6, que también ayudan a combatir la inflamación. Estos últimos se pueden encontrar fundamentalmente en los pescados azules pero también en las nueces, el aceite de soja, el maíz y los productos lácteos.

La inflamación buena y la mala

En realidad, debes saber que no toda la inflamación es dañina. A veces la inflamación es una respuesta natural ante un daño que ha sufrido el organismo, ya esté provocado por una bacteria, un hongo, una toxina o incluso debido al exceso de calor. La inflamación ayuda a contrarrestar este problema restableciendo la homeostasis. En estos casos, cuando el problema se ha solucionado, la inflamación cede por completo. El ejemplo más palpable es cuando nos cortamos un dedo, enseguida la zona a su alrededor se inflama y solo cuando la herida se ha cerrado, la inflamación desaparece.

No obstante, cuando la inflamación es crónica, el cuerpo continúa luchando contra este “enemigo” y, como resultado, se desgasta y comenzamos a padecer numerosos problemas de salud. Por eso es tan importante detener los procesos inflamatorios cuando no son una simple respuesta esporádica ante un ataque del medio.

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