Tres hábitos cotidianos que afectan tu productividad

Las distracciones se han convertido en uno de los principales enemigos de nuestra productividad. El hecho de que estemos bombardeados constantemente por cientos de estímulos hace que distraerse sea mucho más fácil y que perdamos un tiempo valiosísimo que, a la larga, termina por afectar nuestra productividad. Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de las distracciones que nos afectan, sobre todo cuando las convertimos en hábitos.

¿Cómo saboteamos nuestra productividad a diario?

1. Tomar, comer o ir al baño continuamente. ¿Eres de las personas a las que les gusta trabajar con una taza de café o té al lado? Si es así, es probable que estés afectando tu productividad sin darte cuenta. Cada vez que bebes, comes o vas al baño estás perdiendo unos minutos valiosos, que a la larga le restan tiempo a tu jornada laboral. Eso sin contar que cada vez que detienes el trabajo para hacer una de estas tareas, pierdes la concentración en lo que estabas haciendo. Obviamente, esto no solo te hace perder más tiempo, sino que también te agota mentalmente.

2. Darle conversación a quienes te rodean. Otro de los hábitos que matan nuestra productividad es el conversar con las personas que nos rodean mientras estamos trabajando. Es normal que cuando logramos cumplir un pequeño objetivo o estamos motivados en una tarea, nos sintamos motivados a compartirlo con quienes nos rodean. Sin embargo, si cada vez que pensamos algo se lo comentamos a los demás estaremos perdiendo un tiempo que no podremos recuperar. A la larga, no habremos terminado nuestras tareas, estaremos agotados mentalmente y nos sentiremos frustrados por haber dejado tareas pendientes.

3. Revisar las redes sociales a cada momento.  A cada momento hay nuevas publicaciones en las redes sociales, de manera que si te dedicas a revisar las actualizaciones de tus amigos y familiares a lo largo del día estarías perdiendo muchísimo tiempo. Además, cada vez que abres las redes sociales cambias el foco de tu atención y pierdes la concentración en la tarea en la que estabas trabajando, de manera que cuando vuelvas a poner manos a la obra tendrás que revisar lo que estabas haciendo para poder continuar. Obviamente, terminarás más agotado y notarás que tu desempeño cognitivo será peor.

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