Para qué sirve tomarse el pulso

En las últimas décadas, creció el número de personas que ha adquirido un pulsometro con el fin de monitorear su frecuencia cardíaca mientras se ejercita. Algunos se preguntan aún hoy para qué sirve tomarse el pulso. La verdad es que es muy importante esta práctica, tanto para la eficiencia del entrenamiento como para la salud de la persona.

Las pulsaciones son un indicador de la intensidad a la que trabajamos cuando realizamos una actividad aeróbica. Mientras más esfuerzo hacemos, eso demanda un mayor ritmo de bombeo por parte del corazón y, por ende, un aumento de la frecuencia cardíaca.

Si bien algunos factores como la velocidad pueden ser alternativas para medir el esfuerzo, no son tan específicos como la frecuencia cardiaca. La velocidad es relativa, ya que el esfuerzo máximo de una persona puede ser un esfuerzo moderado de otra.

La frecuencia cardíaca se evalúa por porcentaje. Y para eso debemos saber cuál es nuestro 100%, lo que se denomina Frecuencia Máxima Teórica. Es “teórica”, porque en realidad salvo raras excepciones, no se llega al máximo en ninguna situación.

Existen muchas fórmulas para sacar la frecuencia máxima teórica. Una de las más conocidas es la de restar la edad al número 220 en personas menores de 40 años, y restarle la edad el número 200 en personas mayores de 40. Así, un joven de 20 años, por ejemplo, tiene una frecuencia máxima teórica de 200.

Tomarnos el pulso nos sirve, entonces, para evaluar nuestro esfuerzo y saber si se adapta a la planificación del entrenamiento. Pero este no es su único motivo.

Otro aspecto que resulta interesante de medirse la frecuencia cardíaca es que permite evaluar nuestra evolución tras seguir un plan de entrenamiento. Una persona que responde bien al entrenamiento tiende a bajar sus pulsaciones cuando realiza un esfuerzo similar (por ejemplo, cuando corre, una determinada distancia en un mismo tiempo).

Finalmente, para muchas personas el pulsómetro les permite controlar su salud cardiovascular, asegurándose de ejercitarse en zonas seguras de esfuerzo. Esto es especialmente importante en personas mayores.

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