Composición:
Cada comprimido contiene: Carbonato de Litio 300 mg.
Indicaciones:
Profilaxis del trastorno bipolar del estado de ánimo (o enfermedad maníaco depresiva). Tratamiento de la manía aguda.
Disminución de la intensidad de episodios subsecuentes de manía y depresión. Potenciación de la acción de
antidepresivos en depresión y en trastornos obsesivo compulsivos. Tratamiento de la agresión crónica, conducta
antisocial e impulsividad. Síndrome orgánico cerebral con síntomas afectivos secundarios. Disminución de la
inquietud hasta en un 50% de los pacientes esquizofrénicos. Migraña.
Acción Terapéutica:
Antimaníaco. Estabilizador del ánimo (eutimizante).
Presentaciones:
Comprimidos 300 mg:
envase conteniendo 60 comprimidos ranurados.
Posología:
Tratamiento con litio: previo al inicio de medicación con litio debe realizarse una historia clínica completa sobre
los aspectos médicos generales del paciente. Se debe prestar atención especialmente a cualquier condición que
pudiera comprometer órganos que sean afectados o que pudieran ser afectados posteriormente por el litio. Por lo
tanto, debe indagarse en forma detallada los antecedentes renales, tiroideos, cardíacos (pacientes con enfermedad
del nódulo sinusal sólo pueden ser tratados si tienen colocado marcapaso), dermatológicos y en el caso de las
mujeres debe descartarse embarazo. Se debe controlar regularmente el estado clínico. Debe informarse al paciente
acerca de los efectos de la dieta sobre la concentración plasmática del litio. El conocimiento de los hábitos
alimentarios del paciente es importante para evaluar su ingesta de sodio. Tratamiento del episodio agudo: ante un
cuadro de manía agudo el litio constituye la droga de primera elección. La imposibilidad de realizar una
psicoterapia directa (irritabilidad, verborrea, fuga de ideas, agresividad, insomnio) y la necesidad de actuar
antes de los siete días, hacen perentoria la administración de litio con antipsicóticos por vía oral o parenteral.
Desde el comienzo del tratamiento hasta la aparición de los efectos clínicos transcurre un periodo de latencia
variable, observándose de un 70 a 80 % de eficacia entre 10 y 14 días. Empíricamente, puede comenzarse con 600
mg/día en 2 tomas y realizar una litemia a los 5 ó 7 días, momento en que se alcanza el equilibrio en la
distribución, para decidir si es necesario ajustar la dosis. Una vez hecha la corrección de la dosis, deberán
monitorearse las litemias semanalmente durante el primer mes, quincenalmente durante el segundo y tercer mes,
mensualmente del cuarto al sexto mes y trimestralmente mientras se mantenga el tratamiento. Debe procurarse
alcanzar valores de litemia entre 0.8 y 1.2 mEq/l. Para realizar las litemias, es conveniente que la extracción
sanguínea se realice 12 horas después de la última toma del medicamento, momento en el cual se expresarán los
valores más bajos. Como regla general, al aumentar 300 mg de dosis se produce un aumento de la litemia de 0.3
mEq/l. Se recomienda dividir las dosis en 2 tomas diarias, dejando para la noche la dosis mayor. Tratamiento de
mantenimiento o sostén: una vez que la fase aguda ha remitido, se realizará un tratamiento de mantenimiento
(ausencia de sintomatología) con litemias entre 0.6 y 1 mEq/l durante 1-5 años. El objetivo del tratamiento es
suprimir o disminuir la frecuencia de los episodios agudos, maníacos o depresivos, su severidad y su duración. Los
pacientes anormalmente sensibles al litio pueden exhibir signos de toxicidad con niveles séricos de 1 a 1.5 mEq/l.
Deben evitarse niveles mayores a 2 mEq/l. En pacientes ancianos o con algún grado de patología renal que altere la
excreción de la droga deben emplearse dosis menores que las habituales. En estos pacientes la vida media del litio
está aumentada por lo que la litemia deberá solicitarse luego de 5 vidas medias, es decir, a los 7 o más días.
Rango terapéutico: dosis mínima 450 mg/día o dosis máxima 1800 mg/día. Dosis omitida: las dosis no deben
duplicarse, deben siempre ser tomadas a la misma hora del día previamente estipulada. Suspensión del tratamiento:
en el momento de suspender el tratamiento, se debe considerar que el riesgo de descompensación tras la supresión
brusca, puede superar incluso el que vendría dado por la propia evolución natural de la enfermedad, por lo que
ésta debe realizarse lentamente.