tortícolis

Tortícolis, actitud inmóvil de inclinación y rotación del cuello y la cabeza secundaria a una contractura muscular. En todo tortícolis del niño se deben descartar, mediante radiografías, anomalías congénitas vertebrales (escoliosis, síndrome de Klippel-Feil, síndrome de Arnold-Chiari, cuello corto congénito). El tortícolis muscular congénito se produce por una retracción fibrosa de un músculo esternocleidomastoideo durante el periodo fetal o perinatal, en ocasiones por un desgarro fibrilar secundario al traumatismo del parto. La cabeza aparece girada hacia el lado contrario e inclinada al mismo lado del músculo afecto, con deformidad fija. Ocasionalmente se palpan nódulos fibrosos en el vientre muscular, lo que acarrea graves asimetrías faciales. Se trata mediante fisioterapia pasiva y activa de estiramiento, y si falla, con cirugía (tenotomía). El tortícolis congénito postural se debe a posturas mantenidas largo tiempo por el feto. La postura es similar a la del muscular congénito, pero puede corregirse pasivamente. No se palpan nódulos ni fibrosis. Su tratamiento se basa en la fisioterapia, y su pronóstico es bueno. El tortícolis secundario o adquirido aparece en el joven y adulto. La contractura muscular cervical (músculos esternocleidomastoideo, para o prevertebrales, trapecio, escalenos) es secundaria a malas posturas, esfuerzos, movimientos bruscos, frío, infecciones virales, artrosis cervical, quemaduras cutáneas, infecciones locales (faríngeas, óticas), adenopatías cervicales o enfermedades oculares o neurológicas. Inicialmente se trata con reposo, calor, analgésicos y antiinflamatorios. Si se prolonga, debe buscarse una etiología importante (infecciones retrofaríngeas o bucofaríngeas, adenopatías, otras causas); la fisioterapia, electroterapia y masajes pueden ser útiles.
  Enfermedad