Teratoma, tumor compuesto por varios tipos de células neoplásicas pertenecientes a diferentes capas germinativas embrionarias (ectodermo, mesodermo, endodermo) (véase Embriología). Proceden de células totipotenciales (indiferenciadas, capaces de diferenciarse en cualquier tipo celular del organismo), que se encuentran principalmente en las gónadas (ovario, testículo). Con poca frecuencia nacen de células primitivas secuestradas en la línea media del cuerpo durante el periodo embrionario. La progresiva diferenciación neoplásica de estas células puede producir tejidos bien diferenciados que guardan semejanza con la piel, el pelo, el músculo, la grasa, el epitelio intestinal, las glándulas endocrinas y exocrinas, los dientes o cualquier otra estructura. Los teratomas testiculares constituyen el 40% de los tumores del testículo, siendo más frecuentes en la infancia y la juventud. Para su diagnóstico precoz es esencial la autoexploración. Cualquier cambio en un testículo, bulto, pesadez, dolor, dureza o inflamación deben ser consultadas al urólogo. El tratamiento quirúrgico asociado con radioterapia y/o quimioterapia consigue altas tasas de curación. Los teratomas ováricos, más frecuentes en mujeres jóvenes, pueden ser benignos (teratoma quístico o dermoide o quiste dermoide, estruma ovárico, teratoma sólido bien diferenciado) o malignos (teratoma sólido embrionario). Producen los síntomas de toda neoplasia ovárica (dolor abdominal, masa palpable, trastornos gastrointestinales, alteraciones menstruales, infertilidad). Su resección y análisis histológico aporta el diagnóstico definitivo. Su grado de malignización determina los tratamientos adicionales y la supervivencia. Teratomas muy poco frecuentes se pueden descubrir en el encéfalo (tercer ventrículo) y en el timo.