Leishmaniasis, cualquiera de las enfermedades causadas por unos protozoos parásitos y microscópicos del género Leishmania (alojados en perros y otros animales) identificados por el médico británico sir William Leishman, y transmitidos por las moscas de la arena del género Phlebotomus. Existen dos tipos principales de leishmaniasis: visceral (también llamada kala-azar), en la que varios órganos internos están afectados; y cutánea, que se manifiesta principalmente en la piel. La primera está causada principalmente por la especie Leishmania donovani y la cutánea por Leishmania tropica. El periodo de incubación de la leishmaniasis visceral suele ser de unos 3 meses. Se trata de una enfermedad que cursa con fiebre irregular, taquicardia, anemia, importante esplenomegalia (aumento de tamaño del bazo) y, en ocasiones hepatomegalia (aumento del volumen del hígado). Recibe también el nombre de leishmaniasis infantil porque afecta especialmente a los niños. Es la forma más severa, ya que si no se trata la mortalidad supera el 90 por ciento. La leishmaniasis cutánea, también llamada botón de Oriente, se caracteriza por la aparición de lesiones ulcerosas en la piel que dejan cicatrices. Es la forma más común de la enfermedad, y representa entre un 50 y un 75% de los casos. En la leishmaniasis mucocutánea, las lesiones son más extensas que en el tipo cutáneo y afectan a las mucosas de la boca, nasales y de la garganta. En la actualidad, la leishamaniasis es endémica en 88 países repartidos entre los 5 continentes y se estima que 12 millones de personas la padecen en todo el mundo.