Eritema, enrojecimiento persistente de la piel o las mucosas, generalizado o localizado, debido a vasodilatación y congestión capilar. El eritema es un síntoma que aparece en situaciones fisiológicas (enrojecimiento facial por vergüenza, reacción al calor) y patológicas, banales (quemaduras de primer grado, como tras exposición intensa a los rayos solares; ‘cabrillas’ del brasero —eritema calórico—; sabañones —eritema pernio—) o graves. El eritema polimorfo o exudativo multiforme, con lesiones papulosas o ampollosas en extremidades, y su variante más grave el síndrome de Stevens-Johnson, son reacciones intensas frente a infecciones (herpesvirus simple, Mycoplasma) o fármacos (penicilinas, sulfonamidas, antipiréticos, hidantoínas, barbitúricos). Los eritemas anulares son síndromes de evolución y etiopatogenia variables (centrífugo o de Darier), o secundarios a infección por Rickettsia (chronicum migrans o de Lipschutz) o a fiebre reumática (reumático o de Leiner). El eritema nodoso, caracterizado por nódulos grandes, rojo-púrpura, con marcada inflamación, en cara anterior de las piernas, con fiebre y leucocitosis, puede ser secundario a primoinfección tuberculosa, infecciones venéreas, sarcoidosis, amigdalitis aguda, o esencial (de causa desconocida). El eritema indurado aparece como pequeños nódulos crónicos en cara posterior de las piernas, dolorosos, rojoazulados, a veces ulcerados, habitualmente por tuberculosis activa.