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enfermedad inflamatoria pélvica

Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP), infección bacteriana del tracto genital superior femenino, que afecta al útero, trompas de Falopio, y ovarios. La EIP puede estar producida por diferentes bacterias aerobias (precisan oxígeno) y anaerobias (no precisan oxígeno para vivir). Las dos más importantes son la Neisseria gonorrhoeae, la bacteria que produce la gonorrea, y Chlamydia trachomatis, clamidia. Estas bacterias se suelen transmitir por contacto sexual con una pareja infectada. La incidencia es más elevada entre las mujeres menores de 25 años con vida sexual activa. Los síntomas habituales de la EIP aguda son la fiebre, escalofríos, dolor abdominal bajo y pélvico, y secreción o hemorragia vaginal. Estos síntomas suelen comenzar unos días después del inicio del periodo menstrual, en especial cuando el agente causal es la Neisseria gonorrhoeae. Las infecciones debidas a Chlamydia trachomatis suelen evolucionar más despacio que las producidas por las neiserias. En la exploración física se encuentra hipersensibilidad en el útero, ovarios, y trompas de Falopio. En los casos graves puede formarse un absceso en el interior de la pelvis. Las complicaciones aparecen en una de cada cuatro mujeres infectadas e incluyen abscesos tuboováricos, síndrome de Fitz-Hugh-Curtis (inflamación periférica del hígado), dolor pélvico crónico, y en ocasiones la muerte. Además, la EIP es el factor de riesgo simple más importante para el desarrollo de un embarazo ectópico y una de las causas más frecuentes de infertilidad. El diagnóstico de la EIP se obtiene a partir de los síntomas presentes, exploración física por un médico, presencia de un número elevado de leucocitos, y un cultivo bacteriano positivo de la secreción cervical. En algunos casos, se puede confundir la EIP con otras enfermedades como la apendicitis y la rotura o torsión de un quiste ovárico. En estos casos puede ser necesaria una laparoscopia para realizar un diagnóstico correcto. Durante la misma se introduce un tubo con fibra óptica a través de una pequeña incisión practicada junto al ombligo; esto permite observar los órganos pélvicos infectados. La ecografía puede ser útil para identificar un absceso pélvico. El tratamiento de la EIP se basa en la administración de antibióticos. La mayoría de las mujeres toman antibióticos por vía oral como la ceftriaxona, doxiciclina y metronidazol durante un periodo de 10 a 14 días, después del cual están curadas. En los casos graves se debe instaurar tratamiento con antibióticos por vía intravenosa en el hospital. La pareja sexual de la mujer también debe tomar los mismos antibióticos. Debido a que las complicaciones de la EIP pueden ser muy graves, es fundamental su prevención. Los métodos anticonceptivos de barrera como las esponjas con espermicida y los preservativos proporcionan cierto grado de protección contra los organismos infectantes que producen la EIP.
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