Beneficios de los frutos secos para la diabetes

Un equipo de investigadores de la Universidad de Toronto en Canadá afirma que la incorporación de los frutos secos como parte de una dieta saludable pudiera ser beneficioso para la diabetes.

En este sentido, el equipo de investigadores reclutó a un total de 117 adultos con diabetes tipo 2 a los cuales dividieron en tres grupos. Uno de los grupos consumió frutos secos sin sal en lugar de los carbohidratos diarios, el segundo grupo reemplazó esos carbohidratos por muffins saludables de harina de trigo integral y sin azúcar, mientras que el tercer grupo combinó en su dieta la mitad de frutos secos y la mitad del muffin integral.

De esta manera, el primer grupo ingirió la mitad de una taza de frutos secos diarios (lo que equivale a 475 calorías). Al cabo de tres meses los pacientes de este grupo habían logrado una reducción del 0,2% en la hemoglobina A1C (un indicador del control del azúcar a largo plazo) mientras que el colesterol LDL conocido como colesterol malo disminuyó de 97 a 89 mg/dl. Estos resultados positivos no se apreciaron en los otros dos grupos.

Vale aclarar que los participantes en este estudio se encontraron siempre bajo tratamiento farmacológico y con un buen control de la diabetes, por lo que esta mejoría adicional se debe exclusivamente a las variaciones en la dieta.

Aún no se conoce con exactitud las causas específicas de estas mejorías en los niveles de glucosa y colesterol. No obstante, se hipotetiza que pudiera deberse a la acción de las grasas moniinsaturadas que contienen los frutos secos y a la acción antioxidante de los polifenoles que, junto con las proteínas y fibras, se encuentran en una gran cantidad en los alimentos de origen vegetal como los frutos secos.

A pesar de que la mejoría que se obtiene es demasiado pequeña como para hacer referencia a un tratamiento de por sí, los investigadores recomiendan aprovechar los beneficios de los frutos secos y consumir a diario fuentes de grasa monoinsaturadas, ya provengan de los frutos secos como las nueces o de otras fuentes como la palta o el aceite de oliva. Eso sí, introducidas siempre como parte de un sistema de alimentación sano y equilibrado.