¿Cómo comer bien?
¿Quién no ha escuchado la frase “desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”? Pues se trata de un dicho que, más allá de su popularidad, tiene mucha razón. Para explicar el por qué, repasemos estas tres comidas que hacemos a diario.
El desayuno es vital. No por nada debe representar un 25% de las calorías diarias que consumimos. Es que tras varias horas sin ingerir nutrientes (mientras dormíamos), nuestro cuerpo necesita de energía para comenzar el día, ya que los músculos están carentes de glucógeno.
Es por ello que un buen desayuno debe contener una dosis importante de hidratos de carbono, priorizando siempre los complejos, como los cereales y panes. También podemos incluir algo de fibras usando cereales o panes integrales, y vitaminas y minerales que nos aportan las frutas.
El almuerzo generalmente nos encuentra en medio del trabajo o nuestras actividades. Es bueno tomarnos un momento para descansar nuestra cabeza y cuerpo y comer sin mucha prisa. Por supuesto, todavía quedan varias horas por delante. El almuerzo también debe proveernos de hidratos de carbono, tanto para reponer lo perdido como para tener energía en lo que sigue.
Pero claro, también debemos preocuparnos por incluir proteínas a lo largo del día, por lo que es recomendable que haya algo de proteínas en nuestro plato. Lo mejor siempre es elegir comidas que nos aporten todos los micro y macronutrientes necesarios en proporciones adecuadas.
A la hora de cenar, nuestro metabolismo ha bajado considerablemente, por lo que debemos ser moderados y no cometer excesos, pues es probable que estos se almacenen como tejido adiposo. En esta comida es preferible moderar o incluso omitir los hidratos de carbono y preferir vegetales y proteínas.
Aunque claro, tampoco debemos irnos al extremo de no comer nada por la noche, ya que a muchas personas les pasa que esto implica visitar la cocina a medianoche en busca de un bocadillo.
Desde luego, debes asegurarte de comer otras tres pequeñas comidas para mantener alto el metabolismo y distribuir la ingesta de nutrientes a lo largo del día. Pero esto no invalida la veracidad de la tan conocida frase “desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo.
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