Los granos en la dieta: ¿Son buenos o malos?

granosEn las últimas décadas numerosos estudios han demostrado que comer granos es beneficioso para la salud. De hecho, en Estados Unidos las autoridades sanitarias recomiendan un consumo diario de 5 o 6 raciones de granos para las mujeres y entre 6 y 8 raciones para los hombres.

Y es que los granos no solo son una excelente fuente de energía sino que también estimulan la salud digestiva y previenen algunas enfermedades porque son ricos en fibra vegetal, vitaminas del grupo B, hierro, fósforo y otros minerales. Sin embargo, lo que la mayoría desconoce es que todos los granos no son beneficiosos.

En realidad, los granos completos o enteros son los que mayores beneficios nos ofrecen. Esto se debe a que conservan su cubierta externa y el germen (embrión o núcleo del grano), que son estructuras ricas en fibra, antioxidantes, minerales, vitaminas, grasas, proteínas y carbohidratos. Al contrario, los granos refinados o procesados, a los que se les extrae la cubierta externa y el germen, no solo no aportan beneficios, sino que pueden ser perjudiciales para la salud.

Los granos refinados: Más sombras que luces

La mayoría de las personas que consumen granos en su dieta cotidiana eligen los refinados. Un tipo de grano procesado que conserva solo la parte intermedia del grano entero y que contiene carbohidratos, calorías y pequeñas cantidades de proteínas. La mayoría de las veces, estos granos son enriquecidos con minerales y vitaminas, los cuales reemplazan los nutrientes perdidos durante el procesamiento.

Sin embargo, estudios realizados en la Tufts University y la Universidad de Boston han encontrado que comer granos refinados con frecuencia, lejos de  ser saludable, es perjudicial porque incrementa el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad. Asimismo, se conoce que a largo plazo, pueden aumentar el riesgo de sufrir enfermedades metabólicas como la diabetes o los problemas cardiovasculares.

Estos efectos se deben, esencialmente, a la acción de los carbohidratos refinados (que forman la mayor parte de estos granos), los cuales resultan muy fáciles de descomponer por las enzimas digestivas. De esta manera, estos carbohidratos se digieren rápidamente y provocan una elevación casi instantánea del nivel de azúcar en sangre, seguida de una gran caída. Esto ocasiona un desequilibrio metabólico fatal para la salud.

Asimismo, se conoce que los granos refinados contienen antinutrientes, un tipo de sustancia que inhibe la digestión o la absorción de otras sustancias en nuestro organismo. En especial, tienen ácido fítico, un compuesto que obstaculiza la digestión de los minerales y lectinas, otra sustancia que afecta el funcionamiento de los intestinos. Además, su consumo también resulta perjudicial para quienes padecen celiaquía (una enfermedad autoinmune que provoca intolerancia al gluten) o son sensibles al gluten.

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