¿El agua dura es más sana?
Solemos creer que el agua embotellada es más sana que el agua del grifo. Sin embargo, se trata simplemente de un mito que carece de fundamento porque no hay evidencias científicas que lo demuestren. Al contrario, cada vez hay más pruebas que indican que el agua dura que sale del grifo es más sana que el agua embotellada y está sometida a mayores controles.
Las propiedades del agua dura para nuestra salud
El agua dura tiene más beneficios para la salud de lo que la mayoría de las personas piensan. Se trata de un tipo de agua rica en minerales como el calcio y el magnesio, y, en menor medida, también contiene hierro, manganeso y zinc. Según apunta la Organización Mundial de la Salud, su dureza está determinada por la cantidad de minerales que posee, de forma que cuando supera los 60 milígramos de equivalentes de carbonato de calcio por litro, se considera un agua dura.
Las personas somos capaces de tolerar entre 100 y 300 miligramos de equivalentes de carbonato de calcio en el agua, e incluso hay quienes pueden tolerar cifras superiores a los 500 miligramos sin que resulte perjudicial para su salud. Por eso, la Organización Mundial de la Salud afirmó en sus últimos informes que no existen evidencias científicas de que la dureza del agua cause efectos adversos o peligrosos.
Asimismo, la prestigiosa International Journal of Preventive Medicine ha publicado recientemente un estudio en el que desmiente la creencia popular que afirma que el agua dura desarrolla cálculos renales. Al contrario, se conoce que este tipo de agua contribuye a cubrir nuestras necesidades nutricionales de calcio y magnesio, sobre todo en las personas que tienen déficits de estos minerales. A estas conclusiones llegaron diferentes estudios españoles publicados en las revistas Medicina Clínica y Nutrición Hospitalaria. Además, el consumo de agua dura ayuda en la prevención a largo plazo de enfermedades óseas como la osteoporosis y de los trastornos cadiovasculares como la arterioesclerosis.
Vale aclarar que toda el agua que sale del grifo no puede ser catalogada como agua dura pero en sentido general, su índice de dureza suele ser mayor que el de las aguas embotelladas, las cuales pueden estar sometidas a un proceso de ablandamiento.