3 creencias erróneas sobre la salud que aún ponemos en práctica
En los últimos años han salido a la luz cientos de estudios en el área de la salud que han puesto en tela de juicio numerosas concepciones e incluso consejos que daban los médicos hace tan solo unos años. Lo cierto es que la medicina es una ciencia que no descansa y cada día aprendemos más de nosotros mismos y de los medicamentos que consumimos por lo que es fundamental mantenerse al tanto.
1. Los jarabes para la tos funcionan
En el año 2006, los médicos encargados de valorar las enfermedades respiratorias finalmente se pusieron de acuerdo y confesaron que los jarabes para la tos no funcionan. En teoría, esos jarabes de diferentes colores contienen una dosis de codeína y otra de dextrometorfano pero se sabe que estas cantidades son demasiado pequeñas como para ser eficaces por lo que en realidad lo que nos aliviaría la tos es un efecto placebo. Solo los supresores para la tos que contienen antihistamínicos son realmente eficaces.
2. El consumo excesivo de azúcar causa hiperactividad en los niños
Después de revisar un total de 23 estudios, en 1996 la Journal of the American Medical Association publicó una investigación en la cual se llegaba a la conclusión que el azúcar no afecta al comportamiento de los niños y tampoco influye en su rendimiento cognitivo.
Entonces, ¿de dónde surgió este mito? Es probable que esta idea surgiese del hecho de que cuando los niños comen más alimentos ricos en azúcar, se muestran más contentos y enérgicos pero debemos recordar que de la alegría a la hiperactividad hay un buen trecho.
3. Hay personas que necesitan protección solar de más de 30 SPF
En la actualidad muchos dermatólogos continúan recomendándoles a las personas de piel muy sensible los protectores solares de más de 30 SPF pero en realidad se conoce que un factor de protección 30 es capaz de bloquear alrededor del 97% de los rayos ultravioletas. Por otra parte, una crema protectora SPF 50 solo puede bloquear el 98% de los rayos ultravioletas por lo que la diferencia entre una y otra no es sustancial como para justificar la diferencia de precio.